miércoles, 10 de noviembre de 2010

Calidad = Cantidad + aprendizaje

Me encontré con esta maravillosa historia de lo beneficioso que es fracasar temprano, aprender y no darse por vencido. Es sobre un experimento para calificar a los alumnos. Esto fue lo que sucedió:

El maestro de cerámica anunció que dividiría a su clase en dos grupos. Todos los que estaban del lado izquierdo del estudio serían calificados según la cantidad de trabajo que produjeran y los del lado derecho serían calificados solo por la calidad de su trabajo.

Su procedimiento era simple: el último día de clases computaría el peso del trabajo del grupo de la ¨cantidad¨: 50 libras de vasijas se calificarían como A, 40 libras como B y así sucesivamente. Aquellos que serían calificados por la "calidad¨ solo necesitaban producir una vasija para tener una A, pero debía ser una vasija perfecta.

Bueno, cuando llegó el momento de la calificación ocurrió un hecho curioso: ¡los trabajos de mejor calidad fueron todos producidos por el grupo que había sido calificado por la cantidad!

Parece que mientras el grupo de la ¨cantidad¨ producía vasijas a lo loco y aprendía de sus errores, el grupo de la ¨calidad¨ había dedicado su tiempo a teorizar sobre la perfección y, finalmente, para dar cuenta de sus esfuerzos, no tenían más que grandiosas teorías y un montón de barro muerto.


La única forma de avanzar es adquiriendo experiencia. Para ello se debe tener tesón aun en el fracaso. Esa es la importancia de la experimentación: aprender sistemáticamente.